Recuperado del ritmo extenuante de sus inicios, con cinco discos en 7 años y giras continuas de uno a otro lado del Atlántico, Pablo Alborán regresa con un álbum «sin amarres» en el que se atreve hasta con un reggae que «disparó» la situación en Venezuela y que es, dice, «un cara a cara con el poder».
«Es un grito de impotencia. España y el mundo entero parecen haberse contagiado de un virus de falta de comunicación, de empatía y de solidaridad y creo que no soy el único que a veces no se siente representado y que piensa que el poder corrompe muchísimo», lamenta el artista malagueño en una charla.
La excusa de la entrevista es Prometo (Warner Music), probablemente el disco del año, que se publica este viernes y que incluye temas como el citado Boca de hule, del cual se incluye una segunda versión cantada a dúo con el otro titán de la música española, Alejandro Sanz.
«Me ayudó mucho, no solo porque es un maestro y un referente de muchos artistas, entre los que me incluyo, sino también porque su voz, su garra y su fuerza le dan un poder a la canción que antes no tenía», señala Alborán (Málaga, 1989).
Para llegar a composiciones como esta, no obstante, llegó un momento en el que el músico de mayor éxito comercial en España de la última década necesitó desesperadamente desconectar durante un año entero, «llenar la mochila de vivencias» y volver a ilusionarse en un proceso en el que fue fundamental estar en Málaga junto a su familia.
«He decidido dejarme la piel y el alma absolutamente, pero me he prometido tomarme las cosas de otra manera. Me van a seguir afectando, porque soy humano, pero que lo hagan durante menos tiempo», afirma sobre cómo encara esta nueva etapa.
Tres años después de Terral (2014), su anterior trabajo, regresa con nuevo productor, Julio Reyes Copello, un «todoterreno» ganador de 8 premios Grammy que sabe moverse en lo clásico y darle a la vez a la música una pátina de modernidad.
«Es un disco en el que he podido liberarme de muchos prejuicios y hacer lo que realmente me apetecía, sin pensar si estaba haciendo música electrónica, un reguetón o una balada», presume Alborán sobre este álbum «sin amarres» en el que se alternan «música rápida, lenta, con influencia latina o electrónica… y de repente un piano y una voz».
Sin perder sus raíces, Prometo también suena a The City of Prague Philharmonic Orchestra en varios cortes, el espíritu de las guitarras de Santana sobrevuelan Cuerda al corazón y en Al paraíso (con una versión cantada junto a la portuguesa Carminho) se decanta por la bossa nova.
Por innovar, de la mano de Reyes Copello incorpora incluso la frecuencia-sonido del planeta Saturno al tema del mismo nombre con el que se abre el disco y convierte «un calentamiento de voz» en el motivo musical más característico de No vaya a ser, la otra carta de presentación del álbum.
En contraste con este tema desinhibido, como lo puede ser Vivir, uno de los que más acertadamente combinan la tradición andaluza de Alborán y los soniquetes latinoamericanos, llama la atención la mayoría de canciones en las que se recrean amores que están a punto de dejar de serlo u otros que lo fueron y no se olvidan.
«Es un disco que cura heridas y que habla de cosas que nos han pasado a todos, que me han pasado a mí y también en mi casa. Quizás hablen de momentos críticos, pero nadie sabe cómo acaban, y en muchos casos acaban bien», asegura su autor.
A este respecto, reconoce que alguna vez ha soñado con mudarse «a la calle del silencio» lejos del ruido mediático, como narra la letra del tema Prometo. «Es una sensación que tuve. Por eso paré e hice lo que quise. Cuando vuelves, retorna el ruido, pero ya no lo es o no lo escuchas igual», indica.
En breve anunciará las fechas de su nueva gira, que alternará espacios de diversos tamaños, pero antes el público español podrá disfrutar del especial de Navidad que ultima para TVE junto a invitados que son «muy, muy, muy amigos».